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MUJERES INVISIBLES: LA DURA REALIDAD DE VIVIR EN LA CALLE EN TECATE

MUJERES INVISIBLES: LA DURA REALIDAD DE VIVIR EN LA CALLE EN TECATE
/ Berenice Barreto /
Imagen captada en el Parque MIguel Hidalgo en el Corazon del municipio
  • Una realidad invisible, son las personas en situación de calle

Tecate, Baja California.-Aunque la legislación en México reconoce el derecho a una vida digna, en la práctica, quienes viven en la calle quedan fuera de muchas políticas públicas. En Baja California existen iniciativas gubernamentales, pero son insuficientes frente a la magnitud del problema. La falta de albergues, atención médica accesible y programas de reintegración social limita las oportunidades de estas personas.

Detrás de cada persona en situación de calle hay una historia. En Tecate, Baja California, cada vez son más las mujeres que viven esta realidad con miedo, hambre y sin protección. Algunas posiblemente huyeron de la violencia, otras probablemente perdieron todo por una enfermedad, una adicción o simplemente por no tener a nadie que las respaldara.

En las calles de Tecate, Baja California, cada día más personas enfrentan una dura realidad: no tienen un hogar. La situación de calle no solo es resultado de la pobreza, también influye la falta de acceso a la salud mental, el desempleo, las adicciones y la ausencia de una red de apoyo.

Vivir en la calle es difícil para cualquiera. Pero ser mujer en esta situación es vivir en alerta constante. Dormir con una piedra en la mano “por si acaso”. Protegerse del frío con cartones, y del acoso… como se pueda.

Muchas tienen hijos. Muchas ya no tienen esperanza.

¿Y el apoyo gubernamental?

Existen leyes que garantizan derechos básicos, pero en la práctica, la ayuda es mínima o llega tarde. La falta de albergues seguros, atención psicológica, programas de salud y, sobre todo, humanidad. Aunque la legislación en México reconoce el derecho a una vida digna, en la práctica, quienes viven en la calle quedan fuera de muchas políticas públicas.

En Baja California existen iniciativas gubernamentales, pero son insuficientes frente a la magnitud del problema. La falta de albergues, atención médica accesible y programas de reintegración social limita las oportunidades de estas personas.

Nadie elige vivir así. Pero sí podemos elegir no ser indiferentes.

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