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MUJER

/ Redaccion TInformativo /

CONCEPCION VIZCARRA DE ARAMBUROFui hecha de una costilla curva, curvada como si fuera en dirección contraria a la del hombre, como culpa de ese fallo, soy un animal imperfecto.
Comí del árbol del bien y del mal. Le dí a mi compañero a comer la manzana prohibida, por ello fui condenada a padecer trabajos y miserias, a parir a mis hijos con dolor.
Vestí de luto y andrajos y me presenté como una penitente anegada en lágrimas para redimir así, la falta de haber perdido al género humano.
Cuando mi marido me tomó como su mujer, por encontrarme torpe, me repudió y despidió de su casa. Era su derecho.
Aunque sea censurable su conducta, aunque se dé a otros amores y esté desprovisto de buenas cualidades, yo, mujer, le reverenciaré constantemente como a un Dios; estaré bajo su potestad, debo recibirlo como la esclava al soberano. Así lo ordena Dios, Dios es su ley, mi marido es la mía. Yo no tengo voluntad.
Soy solo una máquina de producir hijos. Como padre tiene que ser más amado que yo como madre. El merece mayor respeto porque su participación en la concepción es activa, la mía simplemente pasiva y material.
Mi estupidez es bendición del cielo. Los hombres sensatos jamás aceptarían una mujer letrada. No saber es la sabiduría más feliz, es mi alabanza.
Soy por naturaliza inferior al hombre, debo pues obedecer.
Mentir, llorar, criar coser, asear, cocinar, fueron los dones que Dios me dio.
Esa fue mi vida, mi destino que debió prolongarse por los siglos de los siglos, el que tuve que aceptarlo. ¿Cómo rebelarme ante los libros sagrados de todas las religiones? Ante las palabras de grandes pensadores, filósofos, escritores, poetas, que me marcaron don sus profecías y su sabiduría?.
Caminé encadenada a ese oscuro destino, sintiéndome culpable, deposité en la conciencia de mis hijas esa pesada culpa, como cruz bendita, que cargaron generación tras generación.
Más ni las profecías, ni las sentencias de los eruditos, lograron empañar en lo más mínimo, mi inteligencia y mi valor.
Salí de mi hogar, primero como murmullo ante el estruendo de voces masculinas. Poco a poco mi voz se fue convirtiendo en alarido, reclamé derechos dentro y fuera del hogar. Protesté en la calle.
Ahora mi voz instruye en las escuelas, en las universidades, estoy en las fábricas, en las oficinas, en los hospitales; participo en las bellas artes. Opino, me rebelo, critico, aplaudo y si mi marido me menosprecia y atropella, tengo el derecho de despedirlo de mi hogar.
Tratan de desviar mis pasos por otros rumbos y me dan títulos, me coronan: Señorita México, Miss Universo, Miss Mundo. Me dan arieles y trofeos por mis actuaciones en la Tele.
Me asignaron un día en el año: El Día Internacional de la Mujer”. No permitiré lo comercialicen como el día de la madre.
Los caballeros oscuros de la muerte, tomaron el árbol de la ciencia para hacer guerras, contaminar la tierra. Son los amos del poder y la riqueza, propician la explotación del hombre y la mujer.
Pero yo, mujer, he de comer ce nuevo del árbol del bien y del mal, he de sobreponer el bien sobre el mal, para, con una mentalidad nueva, ambos, yo y él desvanecer el castigo impuesto de: “Por ti será maldita la tierra”, y construir en ella, el paraíso perdido.
Mi voluntad ha de seguir rompiendo cadenas que impiden mi realización plena.
Tengo la dicha de ser mujer.
Concepción Vizcarra de Aramburo

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