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LA NIÑA

/ Redaccion TInformativo /

OFICIOS Y ARTIFICIOS: MERETRIZ 

La Niña

la ninaCuando llegó al vecindario se le notaba lo cusca en el vestir, el caminar, el saludar. Las sospechas se confirmaron cuando el vecino de enfrente le contó a mi papá: “el otro día cuando iba bajando un camarada por la calle, lo paró en seco la muchacha, y le dijo que si le daba cincuenta pesos a cambio de una mamada… pues mi camarada se sacó de onda y le dijo que no”. Tras la noticia la joven se convirtió, más aún, en el centro de las miradas, los chismes y señalamientos de cuantos pasaban por su casa; los vecinos con morbo transmitían a otros el oficio de la recién llegada al Encanto Sur.

Cuando las personas descubrían cómo se ganaba la vida, las interrogantes que seguían por descubrir, en la charla, eran de rigor: “¿pues cuántos años tiene?, ¿y qué su madre no le dice nada?, ¿no estudia?, ¿cuántos vecinos ya se la habrán echado?, ¿cómo terminó en eso pues?, ¿apoco tan liberal la chamaquita?… ¿neta el camarada le dijo que no?” –está última seguida de una risita escéptica.  Todas y cada una de las preguntas eran respondidas, pues la vida de aquella mujer resultaba tan pública como su oficio, lo cual, seguramente le era de mayor beneficio.

No, no estudiaba, cursaría la preparatoria si así lo hiciera, seguramente no llegaba a los dieciocho años. Había llegado a la colonia con su hermanita de unos 5 años de edad, su hermano mayor de veinte y su mamá treintona. Lo peor para las lenguas del escándalo, fue la respuesta que obtuvo un confianzudo del barrio cuando quiso darle a conocer a la madre lo que su hija hacía, en su inocencia, claro está, de creer que la mamá ignoraba por completo la situación; ésta echó a reírse a carcajadas: “hay mijo… ¿pues qué le voy a hacer?… si cuando era chiquita me la violaron y seguramente le gustó”.

Su respuesta era un golpe de vació al estómago seguido de una reflexión triste sobre la realidad.

La “perdida” niña realmente obedecía a un perfil psicológico que bien pudiera calificarse como inevitable. Lo deduje al recordar que durante una clase en la universidad la Doctora en Psicología nos reveló que cuando una menor es violada tiene altos porcentajes de convertirse en una “NP” y con curiosidad una compañera preguntó al escuchar el término:

-¿Y que es una NP maestra? –dijo en tono de inocencia la compañera.

-¿NP?… Niña Prostituta –respondió secamente.

La obvia respuesta causó risa entre los compañeros, pero después hubo expresiones de seriedad. Si la deducción estaba sobre la mesa, seguramente había sido comprobada por algún método. Tenía que ser cierto.

De un día para otro el cuartucho donde rentaban fue abandonado. Lo último que se supo sobre la vida de la niña, con inocencia ultrajada, fue que su mamá falleció en un accidente sobre la carretera a Tijuana y que días antes habían internado a su hermano mayor en un centro de rehabilitación.

samLC. Samantha Ortega Flores. 

Fotoreportera Independiente y Profesora por Asignatura en UABC.

[email protected]

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