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EDUCACIÓN MOTIVADORA

/ Redaccion TInformativo /

ADIEL GARCIALa idea de que nosotros, los padres o los maestros, somos los programadores de la mente de nuestros hijos no es una mera especulación. Está demostrado que de todas las influencias que condicionan el futuro de nuestros hijos, las más importantes son las nuestras.
Shad Heklmstetter

En aquellos casos en que la motivación de un adulto depende constantemente de alguien a quien amar o que le empuje hacia la acción, siempre se encuentra en la infancia la raíz del problema. Un niño cuyos resultados hayan sido evaluados únicamente según su capacidad de agradar o calmar a sus padres, profesores, etc, se convertirá como un impulsor interior que puede ser controlado con autonomía. Esta persona tendrá unas creencias acerca de la motivación enraizadas en su subconsciente de este tipo:

“No vale la pena intentar algo a menos que sea justa y generosamente recompensada”

“La única razón por la cual vale la pena esforzarse y actuar con responsabilidad es minimizar el riesgo de ser castigado o herido por los demás”.
Hasta que tuve hijos, no me di cuenta de la facilidad con la que se inculcan esas creencias en el subconsciente de un niño.

A pesar de mis conocimientos sobre la psicología del niño, estuve a puntos de caer en la tentación de aplicar a mis hijas la técnica de las recompensas o de las amenazas. Cuanto más importante era el objetivo ( mío y suyo), más tentada estaba de utilizarla. Fue relativamente fácil adoptar una conducta correcta para estimularlas a limpiar una habitación o cuidar de su aspecto, pero cuando comencé a preocuparme por los resultados escolares o el cuidado de su salud, me encontré recurriendo a las promesas o a las amenazas.

Mi experiencia personal me ayudó a darme cuenta de que pocas veces los errores cometidos por los padres respecto a la motivación de sus hijos son maliciosos. Suelen estar provocados porque quieren a sus hijos y desean que tengan las cualidades necesarias para sobrevivir. Los padres no tienen la menor idea del efecto nocivo a largo plazo de este tipo de estrategias, Muchos de los qe lo saben y valoran el hecho de estimular la automotivación, están demasiado tensos o inseguros de sí mismos para hacerlo y no pueden dejar de utilizar estos métodos más drásticos cuyos beneficios son inmediatos.

Por lo tanto, los ejercicios de este capítulo pueden ayudarnos a desarrollar nuevas estrategias y conductas en este sentido o nos permitirán revisar y darnos cuenta de cómo poner en práctica las buenas intenciones.

Si le cuesta convencer a su hijo para que haga una tarea determinada o que se sienta más motivado, indico a continuación los pasos que ha de seguir:

Primer Paso:

Deje inmediatamente de decirle lo que debería hacer o no hacer. Hablar a oídos sordos empeora la situación.
Segundo Paso:

Vuelva la atención hacia usted mismo y considere los posibles cambios o acciones positivas que podría hacer.
Tercer paso:

No se concentre en el problema específico presente y observe con más detenimiento la vida de su hijo y sus progresos. Este tipo de revisión resuelve mejor el problema largo plazo, porque revela las causas en sus raíces.

Lic. Adiel O. García, licenciado en Comunicación

y Especialista en Comportamiento y Adicciones

(619) 789-3873

[email protected]

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