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CERRO CUCHUMÁ; PAISAJE, RECORRIDO E HISTORIA

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Por L.C.C. Rosalba Isabel Higuera Angulo
Al hablar de la ciudad de Tecate, los primeros lugares que se me vienen a la mente son la empresa cervecera, la famosa panadería, “el kiosco”  (Parque Hidalgo) y el ya conocido Cerro Cuchumá; una de las montañas más grandes del lugar, una colina con historia.

Con una altura de 859 metros (2,818 pies), el Cerro Cuchumá es un vértice geodésico que se encuentra ubicado a orillas de la ciudad de Tecate, Tecate Peak, Cuchumá y Las Delicias (poblados americanos) donde sobresalen enormes rocas de granito que son esculpidas por las arenas del tiempo.

Cuenta la leyenda que el Cerro del Cuchumá, es en realidad el espíritu de un enamorado que desde su lecho de tierra vigila a su amada convertida en el pintoresco poblado. Cuchumá era el nombre del joven guerrero, fuerte y gallardo que un día cuando salió al campo y quedó prendado de la bella joven Iztakat. Iztakat era la más bella de la tribu trashumante, que huyendo del conquistador y después de un largo peregrinaje se asentó en la región, la hermosa doncella era el orgullo de la tribu Cochimí, piel bronceada, ágil como el colibrí, alegre como el arroyuelo y debido a su belleza y juventud estaba prometida como ofrenda al dios del sol, pero un día en la montaña, un joven de una tribu distinta, era Cuchumá, que iba en busca de piñón y venado, la miró y quedó prendado de ella y ella de aquel hombre de cabello oscuro, mirada de tigre y músculos de acero. “Todos somos como hermanos, mas a ti te está prohibido el acercarte a Iztakat, que es la joya más preciada de la gran raza Corcuar”, le advirtió el Gran Sacerdote de la tribu de la doncella pero la inquietud que la joven causó en el guerrero lo hizo desobedecer la indicación del sacerdote Cochimí. En un arrebato de amor, tras días de buscar la oportunidad de hablarle, le envió un recado de amor escrito en la punta de una de sus flechas, ella la atrapó con sigilo y le hizo saber con la mirada que correspondía a sus palabras de amor, pero alguien los vio en aquel romance y corrió a avisarle al sacerdote. La noticia causó gran alboroto y terminó reuniendo a los ancianos para decidir el destino de Iztakat, mientras otros sometían prisionero al fornido guerrero, “Yo amo a Cuchumá y en mi pecho llevo la flecha con su mensaje aunque la punta de esta me haga sangrar”, dijo Iztakat, cuando el congreso de ancianos le preguntó. Condenada a muerte por faltar a sus deberes como prometida del padre Sol, Iztakat tomó la flecha de su amado y atravesó su corazón, Cuchumá desconsolado lloró la muerte de su amada y aprovechando el permiso del consejo de ancianos, cavó una profunda fosa en donde la sepultó, pero el dolor de no verla fue más fuerte y renegando perdón a sus dioses tomó la flecha que partió el corazón de su amada y la clavó en el suyo quedando en el mismo sitio donde ella reposaba.
Los dioses, entonces dolidos por aquel trágico final, convirtieron a Cuchumá en una montaña y desde entonces guarda en su seno a Iztakat. La zona donde quedó la bella joven poco a poco se fue poblando y ahora es el pueblo de Tecate.

Hoy en día el Cerro del Cuchumá es una zona de refugio, caza, vivienda y centro ceremonial de la antigua comunidad Kumiai. Simboliza un ecosistema conocido como chaparral submontañoso, con bosques de galería (encinos, alisos y sicomoros). A lo largo de sus cañadas, permite el asentamiento y refugio de una gran variedad de fauna silvestre. Cabe mencionar que el cerro es la imagen utilizaban en las latas de cerveza como icono que lleva el nombre de la ciudad donde se encuentra asentado; TECATE.

Son aproximadamente 12 kilómetros los que se recorren al escalar el cerro y se hacen de tres a cuatro horas. Estas caminatas las realiza la organización de el rancho la puerta, tres veces al año, una de ellas es el primer domingo de cada mes, evento gratuito abierto al público en general. Sin duda una muy buena manera de pasar el día conociendo parte de nuestros antepasados y disfrutando de un excelente paisaje.

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TECATE EL CLIMA