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EL MUY PELIGROSO DESCONTENTO SOCIAL

/ Redaccion TInformativo / ,

Plaza Cívica
“El descontento es el primer paso en el progreso de un hombre o de una nación”, decía el filósofo estadounidense Ralph Waldo Emerson. Y sin duda es cierto, pero también es cierto que cuando ese descontento se desborda, lleva a todos al abismo. Durante los últimos treinta años el disgusto ciudadano se ha encauzado correctamente, pero las enormes fallas cometidas en las administraciones panistas (2000 – 2012) y la actual administración priista han hecho que la irritación nacional comience, ahora sí, a burbujear.

La llegada del Partido Acción Nacional (PAN) al poder en el año 2000 era merecida, ya que fue el único partido político que luchó consistentemente durante décadas por la apertura del sistema político y el establecimiento de la democracia. Sin embargo, en el poder los panistas asumieron una actitud de laissez faire propia de los partidos conservadores, sin la disposición para destruir las instituciones autoritarias y construir las nuevas instituciones democráticas. Esa actitud está perfectamente reflejada en las palabras de Felipe Calderón, quien dijo en 2009: “…cuando tú estás en la oposición, tú estás en el cielo, cuando tú estás en el gobierno, tú estás en la tierra, en el suelo”. Ejemplos sobran: el panismo siguió cotejando a corruptos líderes sindicales, no hubo un plan serio en materia de combate a la corrupción, no se avanzó en la autonomía de la impartición de justicia, no se impulsó seriamente el servicio profesional de carrera, no se blindaron los programas sociales del clientelismo político, aumentó la inseguridad, etc. Dos instituciones se crearon, correctamente: el Instituto Federal de Acceso a la Información (hoy INAI, durante el sexenio foxista), y la Policía Federal (durante el sexenio calderonista). ¿Suficiente? En lo absoluto.

En el año 2012, el discurso de Enrique Peña Nieto era más enérgico, resumido en el título del libro que publicó como candidato: “México, la gran esperanza: un Estado Eficaz para una democracia de resultados”. Léase que las palabras “Estado” y “Eficaz” están en mayúsculas, “democracia” en minúsculas. Está bien, dijimos: imposible que en estos tiempos el PRI no haya hecho suya la cultura democrática, y con su sentido de Estado, la harán inclusive funcional. Al cierre del sexenio, queda claro lo equivocado de nuestra suposición, y los ejemplos también sobran. En el tema institucional: vacío de poder en la PGR y FEPADE; un Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) que no termina de cuajar porque no quieren que cuaje; el ex-contralor de Javier Duarte como candidato para la Auditoría Superior de la Federación (ASF); la parálisis presupuestal y en personal en la Policía Federal (pero el constante aumento al presupuesto de las Fuerzas Armadas); el desdén al Servicio Profesional de Carrera; los programas sociales como viles instrumentos electorales (el compadre y operador político del Presidente como titular de la Secretaría de Desarrollo Social); el aumento exponencial en la inseguridad, etc. etc. etc. Y el tema democrático: fuera Pedro Ferriz de Con, fuera Carmen Aristegui, fuera Leonardo Curzio, y a romper la promesa hecha para regular la publicidad oficial en medios. Y mientras tanto, todos embobados con la tradición del “tapado”, tradición inexistente en las democracias desarrolladas.

El PAN y el PRI le dieron la espalda a los legados de sus fundadores, Manuel Gómez Morín y Plutarco Elías Calles, ambos creadores impetuosos de instituciones. La democracia se sustenta en instituciones, y por eso esto: un reciente estudio sobre la satisfacción de la democracia en 38 países realizado por Pew Research Center puso a México en el último lugar: solo el 7% de los mexicanos se mostró satisfecho. “Las posturas sobre el funcionamiento de la democracia están estrechamente ligadas a la confianza de los ciudadanos en su gobierno nacional”, dice el estudio. Tic-tac, tic-tac… se acercan las elecciones, y la paciencia de los mexicanos se ha agotado.

Fernando Núñez de la Garza Evia

www.plaza-civica.com​@FernandoNGE

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